domingo, 3 de mayo de 2020






    Un Dios llamado Balón


La dichosa cuarentena se está haciendo muy larga y demasiado aburrida, pero al menos es una oportunidad para sumergirse en recuerdos que te trae la memoria como si se tratara de un viejo libro. Y como de lo que mas hay es tiempo libre, quizás demasiado pienso yo, me han entrado ganas de volver a asomarme por aquí que ya hacía mucho tiempo que no pensaba en alto y escribía alguna que otra reflexión. A falta de fútbol durante el confinamiento y cansado de ver partidos repetidos en los diferentes canales, me he afanado en disfrutar con otros detalles, con cosas que no le damos demasiada importancia pero que son prácticamente imprescindibles. Vamos a ello……..

Si te quedas mirando fijamente por un momento un balón , ¿que es lo que ves? a mi la memoria siempre me trae recuerdos, casi siempre bonitos recuerdos, el subconsciente te atrapa y te hace rememorar grandes vivencias, vividas con un balón en los pies.



En un partido en ocasiones se dan cita grandes jugadores e inmejorables equipos. Sea en la categoría que sea. Me gusta ver los rostros de concentración de estos jugadores cuando están en el túnel antes de su salida al campo y sus gestos para tratar de dejar esos nervios atrás, también siempre me ha gustado el carácter ceremonioso de un buen partido de fútbol.

Pero no, hoy no quiero hablar de esos partidos, hoy mi pensamiento o reflexión es para ese juguete esférico, ese al cual damos patadas y que hasta posee una forma seductora, ese juguete que algunos veneramos como si se tratara de un Dios y que a veces se puede llegar a convertir hasta en el mismísimo diablo. En  cualquier caso la gracia de éste, entre tantas otras, es que jamás se cae, lo habéis pensado alguna vez. Él  puede rodar, volar, rebotar, pero jamás un balón estará caído. Por eso creo que atrae al niño, a la niña, al futbolista, lo pueden golpear con los pies, con la cabeza pero este siempre mantendrá un equilibrio casi perfecto.

El balón se presta a muchas y diversas cosas, pero la que mejor lo mueve es la imaginación, el futbolista que tiene imaginación y el balón,  tiene la tierra o mejor dicho si prefieres la luna en sus pies. En él habitan genios y duendes que solo se asocian con unos cuantos y claro está estos cuantos  son los elegidos. Al futbolista que le gusta tener el balón, es como si tuviera el planeta en sus pies.
El balón es el nuevo dios de la modernidad, hoy por hoy se le venera en todas partes, sea cual sea tu religión, tu país o tus propias creencias más íntimas. Es parte esencial de nuestras vidas, y ya cuando al esférico se le agrega unos pies con imaginación, se está a las puertas del arte, y de la suma creación.



El balón no solo te hace vibrar en los estadios, también te hacia estremecer en la calle, los que tenemos cierta edad estaréis conmigo que no había nada como jugar un partido en la calle, con nuestras reglas naturalmente, y además quien de niño no aspiro a tener un balón en su colección de juguetes, tener uno te daba cache, eras importante para tus amigos, eras como un dios. El dueño del esférico tenia poder en sus manos, podía hacer los equipos, podía elegir a los mejores para el suyo, aunque él no supiera jugar demasiado bien se le perdonaban todas sus torpezas, era el dueño del balón, si se iba se acababa el partido, y lo que queríamos todos era que se sintiera el mejor jugador para que no se marchara a casa con el dichoso balón, si se hacia un penalti el lo tiraba, si se producía una falta el la lanzaba, sobre eso no había discusión alguna.


Ahora estamos en otros tiempos, lo sé,  pero siempre mantendré en mi memoria aquellas tardes de fútbol en la calle con mis amigos después del salir del colegio, aquel fútbol callejero me marco para siempre e introdujo en mi la  pasión por todo esto.
Lo más bello de un balón (o de una pelota) es que no individualiza, no aísla. Es, en sí mismo, una suerte de canto a la solidaridad, a la congregación, al intercambio de emociones. Es factor de unidad, cuando se entiende por ésta la posibilidad del encuentro. Un balón está hecho para el disfrute común, no para satisfacer una ambición personal. Un balón es como un abrazo, o como un saludo de mano. Se siente el tacto. Hay cercanía. Comunicación.





A veces, un balón de domingo nos lleva por sinuosos y escarpados caminos en los cuales vemos, en los recodo, caras conocidas y sonrientes; hallamos lo imprevisto; nos tornamos como hasta más humanos. Un balón puede ser un puente para pasar de nuevo a la infancia perdida; puede ser una manera de no dejar de ser niño.  Un balón, pelota, esférico, número cinco, en fin puede ser el eslabón extraviado entre uno y el infinito; entre el pavimento y las estrellas. Se podría convenir en que un balón es el camino más corto para llegar a la alegría.


¡Bendita alegría!


Una de las cosas que nos está demostrando esta cuarentena es que se puede vivir sin fútbol, si así es, se puede vivir sin ver rodar el balón, pero………………

¡¡¡Que aburrida es la vida sin Él!!!






Un Saludo:   Dani Plata

-Entrenador de Fútbol Licencia UEFA " A".

-Máster en Psicología Deportiva Aplicada al Fútbol. (Esneca)

-Máster en Dirección Deportiva (FiveStars)

-Experto en Preparación Física y Planificación en el  Fútbol (ESBS)